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Volatilidad. Todos la observamos al analizar un activo. Se utiliza comúnmente para entender el riesgo que un activo o sistema puede mostrar. Pero, ¿realmente es una medida fiable para evaluar el riesgo? En este artículo, profundizaremos en la validez y aplicabilidad de la volatilidad como métrica de riesgo y exploraremos por qué podría ser insuficiente.

¿Qué es la volatilidad?

La volatilidad, también conocida como desviación estándar, es una medida estadística de la variabilidad en los retornos de un activo. Cuanto más dispersos estén los rendimientos en torno al promedio histórico, mayor será la volatilidad. Por ejemplo:

  • Un gestor con un rendimiento promedio del 15% anual y una desviación estándar del 5% tiene un rango de probabilidad del 95% entre +5% y +25%.
  • Otro gestor con el mismo rendimiento promedio pero con una desviación estándar del 20% tiene un rango mucho más amplio: -25% a +55%.

Esto ilustra cómo la volatilidad puede reflejar incertidumbre, pero no necesariamente riesgo de pérdida.

¿Es la volatilidad sinónimo de riesgo?

Confundir volatilidad con riesgo es un error común. La volatilidad mide la variabilidad en los rendimientos, pero no siempre refleja el riesgo real de pérdida de dinero. Por ejemplo, un fondo que pierde un 1% cada mes tendría una desviación estándar de 0, ya que no hay variabilidad, pero su riesgo de pérdida es absoluto.

La volatilidad es fácil de cuantificar, lo que explica su uso generalizado. Sin embargo, deja fuera riesgos ocultos o de eventos, como crisis financieras o cambios abruptos en las condiciones del mercado, que pueden tener un impacto mucho mayor.

Fondos de baja volatilidad: ¿Realmente menos riesgosos?

Una de las ironías del mercado financiero es que los fondos de baja volatilidad no siempre son menos riesgosos. Algunas estrategias, como la venta de opciones fuera del dinero, pueden generar retornos consistentes con baja volatilidad hasta que ocurre un evento adverso.

Por ejemplo, el Fondo A vende opciones fuera del dinero. Su historial muestra meses rentables y baja volatilidad, pero en caso de un evento brusco, las pérdidas podrían ser catastróficas. Esto contradice la percepción de que baja volatilidad implica bajo riesgo.

El problema de los riesgos de eventos

Las inversiones expuestas a riesgos de eventos operan en dos estados: una fase favorable predominante y una fase esporádica de crisis. Evaluar el rendimiento basándose solo en la fase favorable es como asumir que un lago en Maine nunca se congelará porque se midió la temperatura solo en verano.

Esto enfatiza la importancia de considerar escenarios extremos al evaluar el riesgo de una estrategia. La baja volatilidad no significa necesariamente que no haya riesgos ocultos.

Volatilidad y estrategias de trading

Algunas estrategias combinan baja volatilidad con alto riesgo. Estas estrategias suelen mostrar:

  • Altas probabilidades de retornos moderados con pequeñas probabilidades de grandes pérdidas.
  • Historiales sesgados hacia condiciones favorables del mercado.
  • Ausencia de eventos de estrés significativos durante el historial disponible.

Un ejemplo clásico es la venta de opciones, que genera retornos consistentes hasta que un evento inesperado causa pérdidas desproporcionadas.

En la segunda parte de este artículo, exploraremos medidas alternativas al uso de la volatilidad y cómo evaluar mejor el riesgo futuro. ¿Te interesa seguir leyendo?

¿Qué Nos Enseñan las Estrategias de Opciones?

La volatilidad como medida de riesgo no es absoluta. Ya exploramos en la primera parte cómo ciertas estrategias pueden dar la impresión de baja volatilidad mientras ocultan riesgos significativos. Ahora, profundizaremos en el ejemplo del «Fondo A», que vendía opciones fuera de dinero, y lo compararemos con otras estrategias.

Los gestores que compran opciones fuera de dinero también enfrentan retos particulares. Aunque estas estrategias tienen un riesgo limitado en términos de pérdidas, su éxito depende en gran medida de la capacidad del gestor para anticipar grandes movimientos de precios. Esto subraya un principio crucial: la habilidad de selección de momentos es clave para estrategias exitosas.

La Relación entre Volatilidad y Liquidez

La volatilidad tiende a ser más efectiva como indicador de riesgo en estrategias de trading que operan en mercados altamente líquidos, como futuros, divisas (FX) y acciones de gran capitalización. En estos mercados, la volatilidad elevada suele correlacionarse con pérdidas máximas durante períodos específicos.

Sin embargo, incluso en estos casos, la volatilidad puede ser engañosa. Por ejemplo, una alta volatilidad podría reflejar grandes ganancias en lugar de pérdidas. Esto es particularmente relevante en estrategias diseñadas para capturar movimientos extremos del mercado.

Limitaciones del Ratio Sharpe

El ratio Sharpe, una medida ampliamente utilizada para evaluar la relación entre rendimiento y riesgo, también enfrenta críticas. Su principal debilidad radica en su dependencia de la desviación estándar como medida del riesgo. Como discutimos, la desviación estándar no siempre captura adecuadamente los riesgos ocultos o el verdadero perfil de una estrategia.

Por ejemplo, un gestor que adopta una estrategia de opciones con pérdidas controladas pero ganancias descomunales podría mostrar un alto ratio Sharpe, pero su verdadera exposición al riesgo podría no estar correctamente representada. Esto subraya la importancia de combinar múltiples métricas para evaluar el riesgo y el rendimiento.

Medidas Alternativas de Riesgo

Para abordar las limitaciones de la volatilidad, es fundamental explorar medidas de riesgo alternativas. Algunas opciones incluyen:

  • Máxima pérdida (Drawdown): mide la mayor caída desde un pico a un valle en el valor de la cartera.
  • Value at Risk (VaR): estima la pérdida máxima probable en un período específico con un nivel de confianza determinado.
  • Expected Shortfall (ES): también conocido como Conditional VaR, evalúa la pérdida promedio en escenarios más extremos.

Estas métricas proporcionan una perspectiva más completa del riesgo, especialmente en estrategias expuestas a eventos adversos.

La volatilidad sigue siendo una herramienta útil, pero no suficiente. Comprender sus limitaciones y complementar su análisis con otras métricas es esencial para una gestión de riesgos efectiva.