La soja es una de las materias primas agrícolas con un comportamiento estacional más consistente. A lo largo del año, su precio suele responder con bastante regularidad al ciclo de siembra y cosecha en Estados Unidos, el principal productor mundial. Esta característica hace que los traders de materias primas sigan de cerca las ventanas temporales más propensas a generar movimientos significativos de precio.
Una de esas ventanas se abre justo ahora: a mediados de julio, el riesgo para la cosecha del año actual ya suele estar bastante descontado. Esto se debe a que las condiciones climáticas más críticas para el desarrollo del cultivo se concentran entre mayo y principios de julio. Para este punto del año, ya se sabe si la cosecha ha sido dañada por sequías, inundaciones o temperaturas extremas. En consecuencia, el mercado comienza a ajustar las primas de riesgo que se habían incorporado previamente a los precios.
Históricamente, este ajuste se traduce en una tendencia bajista en el precio de la soja durante los meses siguientes. Una vez que desaparece la incertidumbre climática, el mercado tiende a moverse por factores más técnicos o macroeconómicos, y suele hacerlo a la baja, en ausencia de nuevos catalizadores.

Los datos lo confirman: la tasa de éxito para posiciones largas en soja entre mediados de julio y octubre ronda apenas el 25%. Es decir, solo una de cada cuatro veces en las últimas décadas, la soja ha mostrado ganancias durante ese periodo. Desde una perspectiva de probabilidad histórica, este es un entorno donde los traders suelen evitar las posiciones alcistas y considerar estrategias bajistas o de cobertura.
Sin embargo, como en todo análisis de mercado, no existen garantías. Incluso dentro de este periodo tradicionalmente bajista, ha habido años excepcionales. En 1974, por ejemplo, el mercado ganó más de 15.000 dólares por contrato; en 1983, más de 11.000; y en 2020, más de 6.000. Estos episodios reflejan la posibilidad de eventos inesperados que afecten la oferta mundial, como conflictos geopolíticos, fallos logísticos o decisiones de política agrícola.
Por eso, los operadores más sofisticados combinan la estacionalidad con otros factores, como el análisis técnico, los informes del USDA, los patrones meteorológicos y la evolución de las exportaciones hacia China. Solo con un enfoque integral puede maximizarse la utilidad de esta pauta estacional sin caer en simplificaciones excesivas.
Desde el punto de vista operativo, los traders pueden considerar estructuras de opciones o spreads bajistas en futuros, como estrategias más conservadoras para aprovechar la posible caída de precios sin exponerse completamente al riesgo direccional. Estas estrategias permiten beneficiarse si el precio cae o incluso si se mantiene estable durante la ventana estacional.
En resumen, el mercado de la soja entra en una fase del año que históricamente ha favorecido a los bajistas. Aunque hay excepciones, la pauta estacional sugiere que la presión sobre los precios podría aumentar en las próximas semanas, especialmente si los informes de cosecha confirman una campaña sin sobresaltos. Para los inversores y operadores atentos a las señales históricas, este puede ser un momento clave para ajustar sus carteras en el mercado agrícola.
