Una gran divergencia está dividiendo el mensaje del mercado: mientras el S&P 500 se encuentra cerca de su máximo de tres años, tanto el petróleo crudo como el rendimiento del bono del Tesoro a 10 años se sitúan en mínimos de un año.

Esta combinación plantea una pregunta clave: ¿estamos ante un aterrizaje suave de la economía o frente al inicio de una desaceleración más profunda? A primera vista, la aparente desconexión entre los activos de riesgo y los indicadores cíclicos podría parecer contradictoria, pero la historia sugiere algo distinto.
Según los datos históricos, cuando el S&P 500 alcanza niveles elevados mientras el petróleo y los rendimientos caen, el patrón que sigue suele ser sorprendentemente constructivo para la renta variable. En promedio, el índice ha registrado un rendimiento mediano del +19,7 % en los 12 meses posteriores. Este comportamiento refleja un contexto de crecimiento moderado y desinflación: una economía que se enfría, pero sin entrar en recesión.
Por su parte, la caída en los precios del crudo y en los rendimientos de los bonos suele prolongarse durante varios meses, lo que históricamente ha proporcionado un viento de cola para las acciones. Menores costes energéticos y rendimientos más bajos tienden a aliviar la presión sobre márgenes corporativos y valoraciones, fortaleciendo los múltiplos del mercado.
En ese sentido, los datos apuntan a un escenario tipo “Ricitos de Oro”: crecimiento suficiente para sostener los beneficios, pero con una inflación y unos tipos de interés a la baja que respaldan las valoraciones. Lejos de ser una señal de recesión inminente, este patrón ha coincidido históricamente con entornos alcistas en la renta variable.
Claro está, los ciclos económicos nunca se repiten de forma idéntica. Sin embargo, la divergencia actual entre los activos de riesgo y los indicadores macro más sensibles podría interpretarse menos como un síntoma de debilidad y más como una señal de transición hacia un equilibrio más saludable. Si la inflación sigue retrocediendo y el crecimiento se mantiene positivo, el mercado podría estar anticipando precisamente eso: un aterrizaje suave, no un frenazo.
