El crudo entra en su tramo estacional más débil del año, y la historia es contundente: la segunda mitad de noviembre rara vez favorece a los alcistas. Aunque el petróleo es un activo dominado por shocks geopolíticos y movimientos bruscos, su patrón estacional muestra una consistencia sorprendente. Desde principios de los años 80, el comportamiento del mercado en estas fechas ha sido mayoritariamente bajista, y 2025 no es una excepción: el precio sigue presionado y opera claramente por debajo de su media móvil exponencial de 70 días.
Entre el 14 de noviembre y el 1 de diciembre, el crudo ha caído en el 63% de los años desde 1983. No hablamos de un sesgo marginal: es un patrón que atraviesa ciclos económicos, recesiones, recuperaciones y fases de alta y baja volatilidad. La razón de fondo está en una combinación de factores estructurales que suelen repetirse cada año. Por un lado, la demanda tiende a estabilizarse tras el repunte del verano y principios de otoño. Por otro, los inventarios comerciales comienzan a aumentar antes del invierno, y ese exceso relativo de oferta suele lastrar los precios.

Las pérdidas medias en este periodo son más del doble de las ganancias medias. Cuando el crudo cae en estas fechas, lo hace con fuerza. La mediana de las pérdidas es más de tres veces superior a la mediana de los repuntes, lo que demuestra que incluso un año “neutral” tiende a desequilibrarse al lado bajista. Esto convierte a este tramo de noviembre en uno de los periodos con peor perfil riesgo–beneficio para posiciones largas.
Los movimientos grandes también se inclinan al rojo de forma abrumadora. Si tomamos como referencia oscilaciones fuertes —del orden de 4.000 dólares por contrato o más— la relación es once a uno a favor de movimientos negativos. Es decir, cuando el mercado se mueve de verdad durante estas semanas, en once años cae con fuerza y solo en uno sube con la misma intensidad. Pocas estadísticas muestran un sesgo tan claro en una materia prima tan impredecible.
El contexto técnico actual encaja perfectamente con ese patrón estacional. El precio se mantiene por debajo de la media exponencial de 70 días, una referencia utilizada por muchos operadores para evaluar la tendencia intermedia. Cuando la estacionalidad bajista coincide con un precio ya debilitado y una tendencia descendente consolidada, el mensaje no podría ser más claro: el mercado apunta a debilidad, no a fortaleza.
La pregunta clave es si esta vez será diferente. Siempre existe la posibilidad de que una disrupción geopolítica, un recorte inesperado de la OPEP+ o un giro macro repentino frene esta pauta estacional. Sin embargo, incluso esos shocks necesitan confirmación en el precio. Y a día de hoy, no la hay. La presión vendedora sigue dominante, las recuperaciones intradía se desinflan con facilidad y el mercado no consigue sostener rupturas alcistas creíbles.
El tramo final de noviembre ha sido tradicionalmente un terreno difícil para los alcistas del petróleo. La historia invita a extremar la prudencia, especialmente para quienes buscan anticipar un giro alcista sin confirmación técnica. Para cambiar el sesgo, el mercado necesitaría recuperar la zona situada por encima de la media exponencial de 70 días con volumen y cierres consecutivos; mientras eso no ocurra, la estacionalidad y la tendencia seguirán jugando juntas en la misma dirección.
En resumen, la estadística no garantiza el futuro, pero señala un mensaje claro: la última quincena de noviembre favorece a los bajistas. Si el precio no muestra una señal fuerte rumbo a diciembre, asumir que “esta vez será diferente” es más un acto de fe que una estrategia informada. En commodities como el crudo, donde los movimientos bruscos mandan, ignorar estos patrones suele salir caro.
