Desde sus inicios, Bitcoin ha mostrado un patrón que muchos consideran su propio ritmo de cuatro años, marcado por fases de euforia y posteriores desplomes. Este comportamiento ha despertado el debate entre quienes lo ven como un ciclo estructural ligado a los halvings —la reducción periódica de recompensas por bloque— y quienes lo interpretan como una simple coincidencia estadística amplificada por el entusiasmo del mercado.

Los datos históricos muestran una clara tendencia: los tres primeros años de cada ciclo suelen concentrar las mayores ganancias. Desde 2011 hasta la actualidad, Bitcoin ha ofrecido rentabilidades espectaculares durante las fases iniciales, impulsadas por la narrativa de escasez, la adopción institucional y la expansión de liquidez global. En esos periodos, la criptomoneda líder ha pasado de consolidar su valor a convertirse en un activo de referencia dentro del ecosistema digital.
Sin embargo, el cuarto año del ciclo tiende a ser el más débil. El registro histórico revela una **rentabilidad mediana del –96 %** en los años finales de cada ciclo (2014, 2018 y 2022). Estas caídas suelen coincidir con el agotamiento del impulso especulativo, la reducción del apalancamiento y la salida de capital minorista. En otras palabras, el mercado pasa de la euforia a la purga, marcando el cierre de un ciclo antes de una nueva fase de acumulación.
El patrón podría no ser casual. El halving, que ocurre cada cuatro años, reduce a la mitad la creación de nuevos bitcoins, afectando directamente la oferta. Pero **la respuesta del mercado es más psicológica que matemática**: la expectativa de escasez genera rallies anticipados, seguidos de fases de ajuste cuando la narrativa se desvanece. Así, el ciclo no depende tanto del evento técnico como del comportamiento colectivo de los inversores.
De cara a 2026, la historia sugiere prudencia. Si el patrón se mantiene, el cuarto año podría volver a ser un periodo de consolidación o corrección. No obstante, cada ciclo ha estado condicionado por factores distintos —desde la política monetaria global hasta la madurez del ecosistema cripto—, lo que invita a no asumir simetrías perfectas. El reto para los inversores será distinguir entre un verdadero cambio de ciclo y una simple repetición psicológica del pasado.
