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Brett N. Steenbarger, Ph.D. es profesor de psiquiatría y ciencias del comportamiento en SUNY Upstate Medical University. Compagina su actividad docente con la de entrenador de gestores de hedge funds y traders profesionales. Brett es autor de varios libros sobre psicología enfocada en el trading: The Daily Trading Coach (2009), Trading Psychology 2.0 (2015) y Radical Renewal (2019), entre otros. Su experiencia en los mercados financieros comenzó a finales de la década de 1970.”.
Brett N. Steenbarger, Ph.D. / SUNY Upstate Medical University

 

Un pilar fundamental de la mayoría de los papers, la enseñanza y el coaching sobre psicología del trading es que las emociones, y los comportamientos motivados ​​por impulsos emocionales, interfieren con el éxito del trading. Según esta lógica, si aprendemos a controlar nuestras emociones y a basarnos en nuestros planes de trading, tendremos más probabilidades de éxito.

En este artículo, explicaré por qué esta idea es incorrecta. Mi próximo libro, Psicología positiva del trading, abordará este tema en detalle.

Consideremos esto: si poseyéramos libre albedrío total, no habría necesidad de ningún tipo de psicología del rendimiento. Podríamos elegir las acciones correctas en el momento adecuado y optimizar nuestro desempeño. Por el contrario, si careciéramos por completo de libre albedrío, no podría existir el trabajo sobre nuestro rendimiento. Ningún animal, por ejemplo, puede trabajar deliberadamente en sus conductas de supervivencia.

Lo que nos hace únicos como seres humanos es que poseemos un libre albedrío parcial. Tenemos la capacidad de imaginar un futuro y elegir acciones para acercarnos a ese estado deseado. También podemos distraernos de nuestros objetivos y vivir sin rumbo. Demostramos capacidad de intención, pero carecemos de intencionalidad constante. En palabras del filósofo ruso G. I. Gurdjieff, vivimos gran parte de la vida “dormidos”. Resumiendo la obra de Gurdjieff, el autor y filósofo Colin Wilson afirma que “el concepto de conocimiento del hombre occidental se basa en un error fundamental: la idea de que adquirir conocimiento solo requiere inteligencia. En realidad, requiere una forma de acción. La conciencia necesita ponerse en su ‘marcha activa’” (p. 64).

En resumen, carecemos de intencionalidad plena porque no operamos de forma constante en nuestra ‘marcha activa’. El problema no es un exceso de emoción, sino más bien una falta de entrenamiento de la voluntad.

Una respuesta común a este problema es la meditación. Según esta lógica, si aprendemos a controlar nuestro cuerpo y nuestra respiración, nos convertiremos en seres más decididos. Sin embargo, mi trabajo sobre este tema sugiere que esto no es necesariamente así.

Desde hace un tiempo, practico el entrenamiento con neurofeedback (biofeedback EEG) para aprender a sostener estados de ondas cerebrales alfa durante intervalos cada vez mayores. Usando el dispositivo Muse y su aplicación, paso un período predeterminado escuchando sonidos de una selva tropical. Cuando mi atención se dispersa y entro en modo beta, el sonido de la lluvia se intensifica. Cuando enfoco mi atención con intención y entro en modo alfa, la lluvia se reduce y finalmente cesa. En un estado alfa sostenido, puedo escuchar el canto de los pájaros. La aplicación calcula el porcentaje de tiempo en modo beta y alfa, y también cuenta los cantos de los pájaros.

Curiosamente, cuando practico meditación básica durante la sesión de biofeedback (controlando la respiración y manteniendo la conciencia corporal), logro estar muy quieto (según la medición de la app). Me siento relajado y emocionalmente tranquilo. Pero no entro en estado alfa. Es decir, reducir la activación del cuerpo (al igual que reducir emociones negativas) no es suficiente para maximizar el enfoque intencional.

Después de un período sostenido de entrenamiento EEG, con lluvia reducida y muchos cantos de pájaros, me siento inusualmente claro y enfocado. Es como ser un observador desapegado de los eventos en lugar de estar involucrado en el mundo. Todo parece moverse más lento. Ese estado se logra, no al relajarse y “estar presente”, sino al intensificar conscientemente el enfoque para hacer que la lluvia disminuya y cese.

Quizá lo más importante de todo es que, cuando estoy en ese estado desapegado, mi percepción—de la vida y de los mercados—es más clara, y no tengo ninguna dificultad en hacer lo correcto. La acción con propósito surge naturalmente, sin esfuerzo agotador.

Tal vez los traders fallan al seguir sus planes por la misma razón por la que la mayoría de las personas no persigue consistentemente sus metas en la vida. No es que seamos demasiado emocionales; es que operamos con un enfoque y una intención poco desarrollados. Una vida intencional—y un trading intencional—debe comenzar entrenando nuestro cerebro para sostener la “marcha activa” de la conciencia. En un estado relativo de “sueño”, no podemos mantener un propósito. Eso requiere entrenamiento y práctica continuos, no las típicas fórmulas del coaching o la autoayuda.