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Tensión en el Criptomercado

Hace un mes los mercados de criptomonedas volvían a teñirse de rojo, con caídas superiores en algunos casos al 15%, tras las acusaciones realizadas por parte del regulador estadounidense a dos de los mayores exchanges, así como la decisión tomada por Robinhood de dejar de cotizar tres criptomonedas tan importantes como son Cardano, Solana y Polygon. 

En particular, la Securities and Exchange Commission (SEC) acusaba el pasado 5 de junio a Binance de 13 cargos contra el exchange y contra su CEO, Changpeng Zhao. Entre las acusaciones, se encuentran la de operar plataformas de negociación ilegales, ofrecer valores de criptoactivos no registrados, e incluso de mezclar los fondos de los clientes con los de la compañía. 

Un día después, la SEC presentaba cargos también contra Coinbase, acusando a la compañía de Brian Armstrong de operar ilegalmente un mercado de valores, actuar como broker y liquidador de operaciones sin estar registrado un corredor de bolsa y una agencia de compensación, y ofrecer 13 tokens que deberían haber sido registrados, entre otros cargos. Dichos tokens serían los correspondientes a Solana, Cardano, Polygon, Filecoin, Sandbox, Axie Infinity, Chiliz, Flow, Internet Computer, Near, Voyager, Dash y Nexo.

Precisamente por este motivo no es de extrañar que unos días después el broker Robinhood retirara de cotización los tres primeros de esa lista, en lo que parece un movimiento claramente dirigido a evitar problemas con el regulador.

Todo esto parece apuntar a que el regulador de las Bolsas americanas parece haber iniciado una cruzada contra los mercados de criptomonedas que seguramente tendrá consecuencias bastante negativas para todo el sector y empujará a muchos traders a moverse a los exchanges descentralizados, en los que el margen de maniobra de los reguladores es mucho más pequeño.

Ante este ataque frontal a dos de los principales exchanges de criptomonedas, la cuestión ahora es ver si realmente la SEC está tratando de proteger a los traders de un nuevo FTX, o si se trata realmente de una cruzada contra la industria de las criptomonedas, sobre todo si tenemos en cuenta que hace poco más de dos años la SEC daba el visto bueno a la salida a Bolsa de Coinbase, algo que sin duda resulta como poco paradójico.

Ser la NVidia de Todos

Sin lugar a duda, vivimos en tiempos de inteligencia artificial, por lo que cualquier negocio que sea capaz de posicionarse y destacar en este nuevo frenesí de las máquinas con capacidad de aprendizaje tendrá la bendición del mercado. 

Precisamente por este motivo, todos los analistas permanecían muy atentos el 24 de mayo a la presentación de resultados de Nvidia. Si bien haya sido posiblemente más conocida en el pasado por sus tarjetas gráficas para videojuegos, lo cierto es que esta compañía se ha convertido en un referente del sector, ya que sus chips para GPU tienen una capacidad más que suficiente para afrontar la computación intensiva que requieren los algoritmos de inteligencia artificial, superando a los de competidores de la talla de Intel o AMD.

Los resultados presentados por Nvidia no decepcionaron a los inversores, por cuanto superaron en un 50% las previsiones de Wall Street, algo bastante poco habitual. Y todo ello a pesar de una reducción interanual del 38% en los ingresos del área relacionada con videojuegos. 

Pero lo mejor de todo fueron las previsiones de la compañía, indicando que espera obtener unos ingresos en el segundo trimestre de este año de 11.000 millones de dólares, muy por encima de las estimaciones de los analistas, que situaban esta cifra en 7.100 millones de dólares. Ello se debía en buena medida a la enorme demanda que deberá abastecer Nvidia en los próximos meses: solo para cubrir la demanda de servicios basados en ChatGPT se requieren unos 30.000 chips.

Todas estas excelentes cifras situaban a Nvidia en el top 10 de compañías con mayor capitalización del mundo, acariciando el billón de dólares y colocándose tan solo por detrás de Apple, Alphabet, Microsoft y Amazon, tras revalorizarse más de un 150% en lo que llevamos de año.

Moraleja de esta historia: a pesar de que posiblemente las condiciones económicas no sean desde luego las mejores, con la amenaza de la inflación y la guerra en Ucrania, probablemente veamos en los próximos meses unos índices bursátiles impulsados al alza de la mano de esta nueva revolución industrial que llevará la productividad hasta cotas nunca antes conocidas.

China Pierde Fuelle

Y mientras que la inteligencia artificial ha dado en los últimos meses una cierta esperanza al crecimiento económico mundial, hace unas semanas se publicaba un dato que causaba cierta inquietud: las exportaciones de en mayo China caían un 7,5% en tasa interanual, llegando incluso a marcar caídas de dos dígitos con EE. UU., Japón, el Sudeste Asiático, Francia o Italia. Por su parte, las importaciones también disminuían un 4,5%, aunque la caída llegaba a más del 20% en el caso de Taiwán y Corea del Sur, en lo que parece una clara señal de debilidad en la demanda mundial de dispositivos electrónicos.

Esta caída en las exportaciones, junto con la contracción de la actividad manufacturera y la desaceleración en la venta de viviendas en el país asiático, han puesto en el foco a las autoridades monetarias chinas, que seguramente tendrán que activar medidas de estímulo como una reducción en el coeficiente de reservas obligatorias de los bancos, o incluso una rebaja en los tipos de interés. 

No obstante, no todo es negativo en el balance comercial chino: las exportaciones de automóviles  aumentaron hasta los 9.000 millones de dólares, gracias en buena medida al impulso de las ventas de vehículos eléctricos chinos en el extranjero.

Asimismo, los datos de comercio publicados en junio mostraron un incremento de casi el 76% de las exportaciones chinas hacia Rusia, situándose el volumen de intercambios entre ambos países en su nivel más alto desde el inicio de la guerra con Ucrania en febrero de 2022, en lo que parece una clara señal de que Pekín trata de apoyar a un aliado fuertemente golpeado por las sanciones de los países occidentales.

Sin embargo, todo ello no compensa el saldo negativo con EE.UU. y Europa, principales clientes de China que se encuentran en riesgo de entrar en recesión (de hecho, Alemania ya lo ha hecho) ante la presión de la elevada inflación y las subidas de tipos de interés.