De todos los factores de inversión —esas desviaciones en el comportamiento de los precios que, en teoría, no deberían existir—, hay uno que destaca sobre los demás por una curiosa y rentable cualidad: cuanto más se populariza y más se utiliza, más efectivo se vuelve. Se trata de la tendencia o momentum. Es decir, de la inercia de los precios a seguir subiendo o bajando más allá de lo razonable empujados por la naturaleza humana. Una muy buena noticia para todo inversor, porque aunque se pueden mover montañas y alterar el curso de los ríos, la naturaleza humana no se puede cambiar.